Blog de la cátedra de Historia de las Artes Visuales II del IUNA.

Titular: Maria del Carmen Magaz
Titular asociada: Isabel Piave
Ayudantes: Lourdes Dunan y Regina Romano

14/11/15

AVISO 

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13/3/15

Texto Devoción Modern y Renacimiento Flamenco

HISTORIA DE LAS ARTES VISUALES II

Devoción Moderna y Renacimiento Flamenco


Isabel Piave
2015



Universidad Nacional de las Artes



El movimiento espiritual Devotio Moderna y su relación con el                                                                         Renacimiento Flamenco  
Breve contexto histórico- cultural
En primer término cabe  señalar que en los países de Europa septentrional se conservaban los ideales y formas caballerescas con una fuerza que ya habían perdido o quizás nunca habían conocido en Italia. Tal vez puede buscarse su causa en que las ciudades flamencas, a diferencia de las italianas, surgieron en su mayoría al amparo de emperadores, reyes o nobles como, por ejemplo, Felipe III “El Bueno”, duque de Flandes.
Entre todas las ciudades nórdicas, la ciudad de Brujas fue la más suntuosa y cosmopolita hasta el fin del siglo XV. Su situación privilegiada la transformó en lugar de cita de mercaderes europeos y especialmente italianos. A sus ventajas geográficas y económicas agregó la de convertirse en la residencia permanente del duque Felipe el Bueno a partir de 1419, año  en que trasladó la capital de su ducado de Dijon (Francia) a Brujas. Desde ese momento la ciudad pasó a ser la capital de los estados que el señor de Borgoña (Felipe el Bueno) reunía bajo su dominio (Brabante, Limburgo, Namur, Luxemburgo, Holanda y el norte de Francia)
La corte de Borgoña era uno de los más exquisitos reductos de costumbres caballerescas, un mundo nostálgico e irreal que se debatía y a veces pactaba con una visión del mundo real, pragmático, racionalista de los burgueses.

Asimismo, en el plano espiritual, “los pueblos nórdicos habían diferenciado poco a poco su idea de Dios en relación con los italianos: habían cambiado el sentimiento de la omnipresencia divina en la naturaleza por la creencia en un Dios personal, íntimo, que habita en las profundidades del alma”. (1)
Por otra parte los flamencos y alemanes solían contraponer su piedad y devoción al “paganismo” de los italianos.
El deseo generalizado de trascender los numerosos ritos y ceremonias eclesiásticas, la voluntad de establecer vínculos más auténticos y directos entre los fieles y Dios sin la mediación autoritaria del clero y la necesidad de espiritualizar la vida religiosa, constituyen los principios fundamentales de los movimientos de reforma, ortodoxos y los considerados heréticos, que se esbozaron o fueron llevados a cabo parcialmente alrededor del año 1400.

Devotio Moderna
En éste contexto a fines del siglo XIV surge en los Países Bajos septentrionales un movimiento espiritual autodefinido Devotio Moderna (Devoción Moderna) impulsado principalmente por obra de Gerardo Groote (Deventer,Holanda, 1340-1384) que pretendía “dejar bien en claro que se intentaba buscar  una elevación en la práctica religiosa a la vez que era preciso buscar superar las limitaciones de la escolástica y también las meras normas litúrgicas”. (2)
Gerardo Groote fundó una pequeña sociedad de hombres piadosos (de muy variada condición ya que entre ellos había clérigos y laicos que no profesaban votos monásticos), llamada “Congregación de los Hermanos de la Vida Común”, que se propusieron reencontrar la pureza del cristianismo primitivo en la vida sencilla dedicada al trabajo común y a la meditación. Fue una institución  novedosa que no quería ser una orden monástica, y que aspiraba a realizar el ideal de la iglesia de los tiempos apostólicos y que muy pronto extendió sus fundaciones a varias ciudades de Holanda y el sur de los Países Bajos.
La espiritualidad de los Hermanos, que cultivaron la Devotio Moderna, estaba centrada en la humanidad de Cristo, y por ello consideraban que el hombre debía vivir  éticamente con el fin de imitar sus ejemplos.
Thomas de Kempis (1380-1471) fue la figura más representativa de ésta corriente espiritual y la que ejerció mayor influencia. Es el autor de “Soliloquio del alma” y la “Imitación de Cristo“, el libro más difundido después de la Biblia.
Kempis resumió el ideal de aquella “sencilla ciencia de vivir y morir”:
“¡Oh que saludable, que grato y dulce es descansar en soledad y callar y hablar con Dios!”(3)

Frente a una mística de carácter especulativo, de tipo intelectual, la Devoción Moderna fue considerada una devoción del corazón que no es especulativa sino que surge del interior del propio individuo, siendo más subjetiva y marcadamente afectiva.
En la nueva espiritualidad se destaca  la lectura de la Biblia, la oración metódica, el examen de conciencia y la meditación. Los Hermanos de la Vida Común rechazaban pedir limosna como los frailes mendicantes; buscaron su modo de vida en la copia y edición de manuscritos.
La Devotio Moderna estimuló una religión de carácter más privado, una relación íntima y personal con Cristo propiciando la creación de pequeños retablos y tablitas fácilmente adaptables a los recintos de las capillas privadas o al interior de las casas burguesas, pudiéndose mover según las necesidades de su propietario. Este aspecto es un rasgo esencial de buena parte de las imágenes flamencas ya que también facilitaba el transporte de la obra por motivos comerciales.
Así el cuadro de caballete, la pintura sobre tablas de pequeñas dimensiones se imponía a comienzos del siglo XV en las ciudades flamencas.

El movimiento espiritual de la devoción moderna floreció especialmente en el siglo XV difundiéndose por diversos países del norte de Europa. Las escuelas que fundaron los Hermanos de la Vida Común se hicieron famosas por sus altos estándares de calidad. Muchos de los grandes humanistas del Renacimiento estudiaron allí, como Erasmo de Rotterdam y Nicolás de Cusa, también Lutero y Calvino (iniciadores de la Reforma Protestante) pasaron por sus aulas e Ignacio de Loyola (fundador de la Orden de los Jesuitas).
En el siglo XVI empezó a declinar  hasta desaparecer o dejarse absorber por otros nuevos movimientos de reforma. Algunos investigadores han visto en el luteranismo y el calvinismo una influencia de la Devotio Moderna.

Las imágenes y las escenas sagradas de la pintura flamenca representadas con la autenticidad de las expresiones y de los dramas humanos, debían inducir la emoción religiosa que hiciera comprensible los misterios de la fe para el hombre corriente.
El pintor Rogier van der Weyden(1400-1464), discípulo de Robert Campin(el supuesto Maestro de Flémalle)  adaptó las conquistas de Jan van Eyck a las exigencias  de aquella nueva religiosidad que descubría a Dios en el interior de los hombres. Su virtuosismo técnico profesional fue comparable al de Van Eyck; pero “mientras Van Eyck creó un arte intencionalmente conceptual y elitista, donde su visión del mundo era objetiva y distante (tanto en el retrato como en los temas religiosos), Van der Weyden la dotó de una expresividad emotiva acorde con el espíritu de la Devotio Moderna, haciéndola asequible por su poder comunicativo más inmediato a la sensibilidad de un mayor número de espectadores”. (4)
En el “Descendimiento de la Cruz” del Museo del Prado (pintado alrededor de 1440) Van der Weyden supeditó los elementos visuales a una finalidad expresiva. En la composición destaca la atención prestada a la actitud y gestos de todos los protagonistas, dispuestos de manera que configuran una composición cerrada, las figuras, de tamaño cercano al natural resaltan sobre un fondo dorado; si bien el espacio es tridimensional queda reducido a un ámbito abstracto, otorgándoles a las figuras, en la cercanía con el fondo, una monumentalidad trágica que intentan guiar al espectador a sentir el drama por la muerte de Cristo.
El pintor flamenco del “Descendimiento” pareció estar espiritualmente próximo a la devoción moderna logrando de éste modo que la pintura flamenca hallara las soluciones que requería la religión interior.

Italia y Flandes
En la transición de la pintura gótica al Renacimiento, la representación de la historia sacra afectaba, por un lado, a la realidad religiosa y, por otro, a la relación con la vida cotidiana de los burgueses ya que el laico devoto quería saber sobre el martirio y la muerte de Cristo más de lo que narran los Evangelios. Ese “querer ver más” daría como resultado la integración del espacio relacionado con la realidad cotidiana; esto planteaba a la pintura la necesidad de crear nuevos modelos visuales que se expresaron en diferentes formas iconográficas y combinaciones de motivos.

Si centramos la atención al período  en torno al año 1300 y al siglo XIV podemos recordar algunas de las diferencias que existen entre Italia y Europa del norte, especialmente la de los llamados “primitivos flamencos”.
El problema central de la pintura del siglo XIII al XV-la representación espacial de los objetos- fue abordado por los italianos, con Giotto a la cabeza; y también por los franco-flamencos que trabajaron en ésta nueva concepción de la pintura.
Tanto los italianos como los pintores de la escuela flamenca, partían de la base de una representación espacial, pero la noción que tenían del espacio es diferente. Mientras los trecentistas, y más tarde los pintores del pre renacimiento, aspiraban a una representación plástica homogénea, por lo que pretendían “fundir” en una unidad las distintas partes del cuadro, los artistas del Norte yuxtaponían los diferentes elementos del cuadro, como si el espacio representado se derivase de las partes colocadas una al lado de las otras o una encima de las otras.

Comparar imágenes:
                                  
San Francisco en diálogo con el crucifijo                                San Dionisio entra en la ciudad de Paris
Giotto, Basílica San Francisco de Asís,                                    c.1317, Ilustración, París, Biblioteca
Fresco, c.1295.                                                                          Nacional.  
Este modelo incluso es aplicable a algunos retablos de Jan van Eyck.

Los trecentistas querían una representación adecuada a la situación arquitectónica real, lo que significaba implicar al creyente en la temática sagrada. Se trataba de la relación entre la representación y el observador (como en el arte clásico).  La iglesia servía de marco -también desde el punto de vista simbólico- para la representación religiosa. Probablemente sea éste el motivo por el que Giotto “inventó” la identidad entre la superficie del muro y el primer plano del espacio representado. De éste modo los creyentes podían “acceder” al espacio representado; los personajes santos que actuaban en él resultaban “asequibles”. En la Basílica superior de San Francisco de Asís se puso por primera vez a prueba la posibilidad de ver la realidad exterior también en la representación. Esto representó el total abandono del esquema bizantino, entonces dominante, que pretendía sugerir la cercanía de la fe, pero que ilustraba al mismo tiempo la inaccesibilidad de las personas santas.
Giotto y sus discípulos e incluso los discípulos de Duccio (escuela de Siena), rompieron con el bizantinismo en todas sus variantes. El naturalismo se impuso en Italia, llevando consecuentemente a una nueva visión que, a través de los modelos matemáticos y los experimentos ópticos, se desarrolló en la perspectiva central durante el siglo XV.
El método italiano desarrollado en el Quattrocento conciliaría la observación empírica y la reflexión teórica, siendo el arte sobre todo una creación intelectual.

La evolución de la pintura flamenca en el siglo XV seguiría otro camino, dedicándole gran atención a los temas religiosos pero acercándolos a la vida cotidiana, poniendo el acento en resaltar el sentido personal y privado de la vida. Demostraron también su interés por lo humano pero lo expresaron como todo lo real, de un modo íntimo.
Persiguieron  una solución nueva para representar lo sagrado, donde los sentimientos religiosos y su contenido ocupan todavía el centro de su arte. En cambio los  florentinos perfeccionaron un sistema de representación (belleza, armonía, proporción, perspectiva científica) que no se subordinaba ya a valores religiosos cristianos. 
                                                                             
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Notas y Bibliografía

(1) Burucúa, José Emilio; Gómez, Sergio, El Renacimiento, CEAL, 1976.
(2) Suarez, Luis, La construcción de la cristiandad europea, Homo Legens, Barcelona, 2008.
(3) Kempis,Thomas, Solilloquium animae. En Huizinga, el Otoño de la Edad Media, Madrid, Revista de Occidente, 1965.
(4) Yarza, Joaquín, Rogier van der Weyden. En Revista Descubrir el Arte, Año II. Número 16. Arlanza Ediciones, Madrid, 2000.

Romano, Ruggiero y Tenenti, Alberto, Los fundamentos del mundo moderno, Edad Media tardía, Renacimiento, Reforma, Madrid, Siglo XXI, 1972